Finalizada una muy buena campaña de comercialización de aceite de oliva y se inicia otra con grandes incertidumbres por la falta de agua
El sector del aceite de oliva andaluz cierra la campaña 2024-2025 con producción de más de 1,4 millones de toneladas y confirma la fidelidad de los consumidores, mientras la nueva cosecha arranca pendiente de la meteorología.

Arranca la nueva campaña oleícola 2025-2026, con aforos oficiales que estiman una producción de 1.372.000 toneladas, inferior a la campaña anterior, aunque todavía condicionada por las actuales condiciones climáticas y la falta de precipitaciones.
Una vez más, el agua vuelve a ser clave para determinar el volumen real de la campaña, considerando que el 60% del olivar andaluz es tradicional y de secano, un sector que sufre los efectos del cambio climático y presenta un alto riesgo de abandono en los próximos años por falta de competitividad.
La escasez de lluvias, el aumento de las temperaturas y la práctica desaparición del otoño —con veranos prolongados desde abril hasta noviembre— alteran el ciclo productivo del olivo. Esta situación afecta directamente la lipogénesis, es decir, la formación del aceite dentro del fruto.
Pese a que la campaña ya está en marcha, las fincas que recogen las primeras aceitunas para producir los aceites tempranos registran datos significativos, como una caída de hasta un 20% en los kilos cosechados respecto a las estimaciones iniciales. Las temperaturas diurnas por encima de 30 ºC y nocturnas que no bajan de 20 ºC durante los meses clave del otoño impiden un desarrollo adecuado del aceite, comprometiendo tanto cantidad como calidad.
El riego y el acceso al agua son fundamentales. El olivar es uno de los cultivos más eficientes con este recurso, pues con apenas 1.500 metros cúbicos por hectárea se puede optimizar la producción.
“Es urgente que las administraciones sean sensibles a esta realidad y ejecuten infraestructuras hidráulicas que garanticen un suministro mínimo, mitigando los efectos del cambio climático en el olivar de secano y asegurando la rentabilidad y competitividad de los productores”, reclama Cristóbal Gallego, presidente del consejo sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía. En caso de inacción administrativa, añade, “al menos que se permita al sector invertir de su propio bolsillo para contar con las infraestructuras necesarias en sus explotaciones”.
El agua no es el único factor determinante: la calidad del aceite también marca la campaña. El sector apuesta de forma unánime por la excelencia oleícola, respaldada en un acuerdo de la interprofesional del aceite de oliva, presentado por Asoliva y Anierac, que unifica criterios sobre calidad, transparencia y reputación del producto.
El acuerdo establece objetivos como evitar la competencia desleal entre operadores que aplican buenas prácticas y valorizar el aceite para asegurar una retribución justa en toda la cadena de valor. “El sector se compromete a un método de autocontrol exhaustivo, pero su éxito depende del mismo grado de compromiso del Ministerio de Agricultura. AICA y el ministerio deben garantizar y verificar la información declarada”, insiste Cristóbal Gallego.
“Con este marco y de la mano de las administraciones, las cooperativas oleícolas tenemos la oportunidad de ganar la última de las batallas pendientes: la de la imagen, la calidad y la credibilidad del aceite de oliva”, concluye Cristóbal Gallego.
Fuente: Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía.