Un estudio presenta al cedro del altas como alternativa para mitigar los efectos del cambio climático en los bosques de la Península Ibérica

Plantación de cedros del atlas en la Sierra de Gádor, Almería

Una investigación desarrollada por un equipo internacional y publicada en un número especial de la revista Forests sobre selvicultura adaptativa ha analizado la utilidad del cedro del atlas, una especie norteafricana, para mitigar los efectos del cambio climático en los sistemas forestales del arco mediterráneo de la Península Ibérica

El cedro del atlas (Cedrusatlantica (Endl.) Manetti ex Carrière) es una especie que pertenece a las coníferas mediterráneas de montaña y que se distribuye en el norte de África (Marruecos y Argelia). Aunque está próxima geográficamente a la Península Ibérica, se puede considerar una especie exótica en España ya que los registros paleobotánicos no dan garantías de su presencia natural. Como especie foránea, su utilidad ha sido fundamentalmente paisajística en repoblaciones forestales, sobre todo en Andalucía.

La presencia de la especie en numerosas repoblaciones, como explica Rafael María Navarro Cerrillo, catedrático del Departamento de Ingeniería Forestal de la UCO y especialista en selvicultura adaptativa, “permite disponer de un dispositivo experimental para estudiar la adaptación de una especie exótica en la Península Ibérica, pero que procede de ecosistemas mucho más áridos” y que “puede convertirse en una especie con potencial de sustitución de otras coníferas mediterráneas del sur de la península ibérica afectadas por el cambio climático”.

Sin duda alguna, los efectos del cambio climático son ya evidentes: mayor incidencia de grandes incendios forestales, cambios en la fenología de los árboles, mayor presencia de enfermedades y plagas, así como la dificultad para responder a las perturbaciones climáticas.

De esta forma, disminuye la resiliencia de los bosques. Si antes un bosque disponía de 100 o 200 años para regenerarse tras un gran incendio, hoy ese espacio temporal, a causa del carácter acelerado del cambio climático, ha disminuido, por lo que la capacidad de resiliencia se altera.

Para mitigar los efectos del cambio climático, la selvicultura adaptativa desarrolla un conjunto de medidas para reducir la vulnerabilidad de los sistemas forestales y aumentar su capacidad de resistencia y resiliencia. Para ello, se proponen una serie de actuaciones como la regulación de la espesura de los bosques (que permitiría un mejor aprovechamiento de los recursos), la creación de paisajes adaptados al fuego (con la incorporación de especies que resistan mejor los incendios), la migración asistida (que permite llevar especies a zonas que en el futuro podrán resistir al cambio climático, pero que, dada la velocidad de este, no disponen de tiempo para desplazarse naturalmente), o la mejora de la biodiversidad frente a situaciones de estrés ambiental.

Más allá del debate sobre la pertinencia de instalar especies exóticas, forzar la migración de especies o genotipos mejor adaptados a las condiciones de cambio climático a través de la migración asistida y con carácter sustitutorio es una opción que ofrece la selvicultura adaptativa y que se ejemplifica en el cedro del atlas.

En este sentido, una investigación realizada por el Instituto Pirenaico de Ecología con la colaboración de la Universidad de Córdoba, y publicada en la revista Forests, ha estudiado ocho plantaciones del cedro del atlas ubicadas a lo largo de un amplio gradiente geográfico, climático y altitudinal desde sitios más húmedos en el sureste de Francia y el norte de España hasta sitios secos en el sureste de España y ha encontrado que el cedro del atlas tiene una respuesta muy similar a la de otras coníferas de montaña, principalmente la dependencia de las lluvias de invierno y de la nieve, por lo que “es una especie muy bien adaptada a estas condiciones de montaña y con capacidad de sustitución de otras especies más sensibles al cambio climático en muchas de las regiones de alta montaña del mediterráneo, sobre todo en Andalucía”, afirma Navarro Cerrillo, participante en este trabajo de investigación.

En definitiva, “si queremos mantener estructuras arbóreas en condiciones de alta montaña mediterránea en altitudes elevadas y con un componente de aridez importante, el cedro del atlas puede ser una alternativa”, concluye Navarro Cerrillo.

El trabajo en red, clave en la selvicultura adaptativa

Este trabajo de investigación se enmarca en los trabajos que desarrolla la Red española de selvicultura adaptativa Silvadapt, financiada por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, para afrontar los efectos del cambio climático en los bosques españoles.

La red está formada por 14 instituciones, incluyendo a la Universidad de Córdoba, que cuentan con 34 dispositivos experimentales de selvicultura adaptativa a lo largo de todo el arco mediterráneo español y que persigue generar sinergias para intercambiar datos científicos, desarrollar nuevas metodologías, coordinar estructuras de investigación, etc.

Dentro de la red existen diferentes grupos que se centran en aspectos específicos como pueden ser el carbono, la hidrología, la resiliencia, la dendrocronología o la sensorización.

Al incluir sitios experimentales en zonas climáticas diferentes, los resultados son útiles para el conjunto de la península ibérica, ya que no se centran en una zona concreta. Además, la red tiene una proyección internacional con el objetivo de colaborar con redes de selvicultura adaptativa de otros países.

Como parte de los logros alcanzados por la red Silvadapt, se ha publicado un número especial de la revista Forests: “Adaptive Forest Management to Climatic Change”, liderado por el Grupo de Investigación “Evaluación y Restauración de sistemas agrícolas y forestales” de la Universidad de Córdoba, y en el cual ha participado con tres artículos, junto con otras investigaciones procedentes de autores europeos, norteamericanos y asiáticos.

Fuente: UCO