Tras un mal año para la apicultura, UPA Andalucía solicita mayor flexibilidad para la percepción de ayudas específicas

El sector apícola se ha encontrado esta campaña con muchas dificultades. En primer lugar, las circunstancias climáticas adversas de los dos últimos años, con periodos de sequía y de lluvias torrenciales, han provocado que las colmenas comenzaran con una debilidad extrema.

Eso ha favorecido el desarrollo de distintas epizotías como la endémica Varroasis, una especie de garrapata que afecta a las abejas; de enfermedades oportunistas como la Loque europea, una bacteria que se ha desarrollado principalmente en Andalucía Occidental; y también se han dado algunas virosis en Andalucía Oriental, como la APV.

Todo ello ha originado un profundo efecto negativo, afectando a la multiplicación de los colmenares, y provocando un intenso proceso de despoblamiento, muy acusado durante esta campaña. Según los datos que maneja UPA Andalucía, se ha producido en torno al 40 % de la reducción de la población de abejas por efecto de la Loque europea, y del 30 % por las virosis.

Por otro lado, la actual crisis sanitaria que padecemos por la propagación de COVID-19, ha afectado al sector agrario en general porque, aunque la actividad no ha cesado para seguir produciendo alimentos que abastezcan a la ciudadanía, sí que se ha visto muy limitada.

En concreto, durante semanas se han restringido muchas labores para poder guardar medidas de precaución y seguridad, ha habido muchas trabas en los desplazamientos de trabajadores, en el transporte de actividades complementarias, etc. Y, obviamente, todas estas limitaciones han afectado al desempeño normal de los apicultores.

Frente a tantos problemas para el sector apícola, es una buena noticia que este año, con la ampliación del periodo de compromiso de las ayudas M10 Agroambiente y Clima y M11 Agricultura Ecológica, mediante la Orden de 27 de diciembre de 2019, se haya ampliado el período de compromisos de las subvenciones para la Operación 10.1.1 Apicultura para la conservación de la biodiversidad, que es la que redunda en beneficio de los apicultores.

Los titulares de las explotaciones apícolas que solicitan estas ayudas, llevan cinco años cumpliendo con los compromisos por toda la superficie comprometida en 2015, entendiendo ésta como número de colmenas declaradas. Pero, este año 2020, aquellos que las vuelvan a solicitar, en caso de no poder conseguir la misma superficie debido a la reducción tan grave de población sufrida durante esta campaña, podrían verse obligados a devolver las ayudas percibidas en los cinco años anteriores.

 Además, se da la circunstancia de que, en los últimos años, los controles para determinar el número de colmenas se están retrasando, y se vienen produciendo en invierno, que es cuando el número de colmenas es menor de manera natural. Con carácter general, dicho número es entre un 30 y un 40% inferior al número de colmenas de la primavera y principios de otoño. Si a esta reducción unimos el descenso de población del presente año, los resultados pueden ser catastróficos en cuanto a superficie de colmenas.

También es preciso tener en cuenta que el sector apícola arrastra unos años de baja rentabilidad debido, especialmente, a la importación de mieles de baja calidad y mieles mezcladas con azúcares procedentes de otros países como China, con precios muy bajos que tiran por tierra la cotización de la miel española y andaluza y han generado importantes excedentes de miel propia almacenada. Frente a esta competencia desleal solo podemos seguir ofreciendo calidad, pero la ausencia de un etiquetado claro que determine los porcentajes y procedencia de cada miel utilizada en las mezclas, lo ha hecho muy complicado.

Una mayor transparencia en el etiquetado es una vieja reivindicación de UPA que, recientemente, ha tenido respuesta por parte del Ministerio de Agricultura. Se han aprobado positivas modificaciones que ya obligan a incluir el país de origen, que hasta ahora solo era voluntario.

Pero, por otro lado, UPA ya ha trasladado al Gobierno español que estas medidas son incompletas e insuficientes porque no exigen reflejar en orden decreciente el porcentaje de países participantes en las mieles mezcladas, ni tampoco el porcentaje de miel de cada una de ellas. Por tanto, el industrial siempre pondrá el origen español en primer lugar, aunque el porcentaje de miel sea mínimo y, con esta legislación, el consumidor seguirá sin saber qué cantidades de cada miel contiene la mezcla.

La apicultura es una actividad absolutamente indispensable pues, alrededor del 84% de los cultivos para el consumo humano necesitan a las abejas o a otros insectos para polinizarlos y, con ello, aumentar su rendimiento y mejorar su calidad. Así mismo, esta polinización es necesaria para la fecundación de los terrenos forestales.

Si los apicultores siguen registrando pérdidas derivadas de los bajos precios en origen, de la mala campaña registrada en cuanto a producción, y tampoco pueden disponer de ayudas específicas para paliar parte de esas mermas, muchas explotaciones apícolas corren el riesgo de desaparecer. Y Andalucía, una región que depende sobremanera de la actividad agraria y de su biodiversidad, no puede permitirse esa pérdida irreparable.

Por todo ello, UPA Andalucía ha pedido a la Consejería de Agricultura que flexibilice los requisitos que han de cumplir los apicultores solicitantes de las ayudas específicas, con el objetivo de que se puedan seguir beneficiando de ellas. Así, se ha demandado que se puedan reducir los compromisos de superficie (colmenas) en un porcentaje superior al 20% que actualmente permite la norma, debido a las epizotías generalizadas, las condiciones climáticas y la pérdida severa de población. Además, se ha pedido que el periodo de realización de los controles se establezca antes del otoño, para favorecer un mayor número de colmenas de forma natural.

Fuente: UPA Andalucía