El sector del olivar cierra un año de comercialización récord marcado por la caída de precios

Desde COAG denunciamos en mayo ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) una posible alteración artificial de los precios en origen del aceite de oliva. COAG Andalucía alerta de la entrada de aceite de Túnez con precios a la baja y sin saber cuál es el destino real del mismo, ya que difícilmente se encuentra en los lineales de los supermercados.  

La campaña de comercialización del aceite de oliva 2024/2025 ha finalizado con una dualidad sin precedentes: un ritmo de ventas extraordinariamente dinámico que ha vuelto a dejar las existencias en mínimos históricos, contrapuesto a una preocupante tendencia a la baja de los precios en origen y una creciente alarma por una próxima cosecha que podría ser un 30% menor a la prevista.

Denuncia ante CNMC

En este contexto COAG presentó una denuncia formal ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por una posible alteración artificial de los precios en origen del aceite de oliva, que podría suponer una conducta prohibida por la Ley de Defensa de la Competencia.

Un hecho sin precedentes que se une a la denuncia pública de la entrada de aceite de Túnez con precios a la baja, parte del mismo sin aranceles, y sin que sepamos cuál es el destino real del mismo, ya que difícilmente se encuentra en los lineales de los supermercados.  

Tras varios años marcados por la sequía, la campaña se inició con una producción recuperada que, siendo hasta un 50% superior a la anterior, sentó las bases para un ejercicio comercial de actividad excepcional. 

Los datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) confirmaron mes a mes una demanda robusta que absorbió la oferta a un ritmo muy superior al de años anteriores. El vigor del mercado se reflejó en cifras elocuentes: las salidas mensuales se duplicaron en abril respecto al año anterior y crecieron casi un 40% en agosto, un mes tradicionalmente de menor actividad. Esta tendencia culminó con un balance final histórico: salieron de las almazaras más de 1.426.000 de toneladas de aceite, una cifra superior a la producción total de la campaña, que fue de 1.419.000 toneladas. Este desequilibrio llevó las existencias finales a un nivel «prácticamente nulo».

Precios

Sin embargo, este éxito comercial contrastó de forma paradójica con la evolución de los precios percibidos por los agricultores. A pesar de la fuerte demanda que vaciaba las bodegas, el año estuvo marcado por una sostenida caída de los precios en origen, el principal factor para la rentabilidad de los productores. 

Esta tendencia a la baja, que llevó las cotizaciones por debajo de los 3,5 euros/kilo, desafiaba toda lógica de mercado: en un escenario de demanda récord que agotaba las existencias —condiciones que típicamente impulsan los precios al alza—, el valor en origen se desplomaba, un fenómeno que desde COAG denunciamos como una distorsión artificial de la cadena de valor.

Mientras la rentabilidad del presente se veía mermada por precios anómalos, la viabilidad del futuro inmediato comenzaba a ser amenazada por un cielo sin nubes. La preocupación por el clima ha sido una constante durante todo el año, a medida que se acumulaban los factores adversos para la cosecha 2025/2026. Esta alarma se fundamentó en una confluencia de factores, desde la vecería natural del olivo tras una buena campaña, hasta las olas de calor de mayo que dañaron la floración y, de forma crítica, la ausencia de lluvias en los meses decisivos de septiembre y octubre. Esta situación ha llevado a muchos olivares de secano a un estado límite, con «aceitunas arrugadas, momificadas, negras o directamente cayéndose», afectando incluso a fincas de regadío. Estas condiciones adversas hacen prever una cosecha notablemente inferior a la esperada, añadiendo tensión al mercado.

Aranceles

En el plano internacional, el sector operó en un escenario complejo. Por un lado, los anuncios de aranceles por parte de Estados Unidos generaron incertidumbre, aunque desde COAG hemos mantenido un mensaje de tranquilidad basado en la posición de España como «bodega de aceite del mundo». 

Al ser el único país capaz de abastecer una demanda que la producción local estadounidense apenas cubre en un 3%, la dependencia del aceite español otorga una posición de fortaleza. 

Túnez

Por otro lado, persiste la inquietud, basada en datos reales, por la competencia de importaciones libres de aranceles, como el contingente de Túnez. Una “competencia desleal», ya que permite la entrada de producto no sujeto a las mismas y estrictas reglas europeas de producción y trazabilidad, a lo que se une la preocupación por una falta de trazabilidad y un posible reetiquetado como aceite europeo. 

Túnez incrementó sus exportaciones en más del 40% en la campaña 2024/2025, con más de 200.000 toneladas enviadas a la UE hasta agosto, y España ha sido su principal importador en algunos momentos, como en agosto de 2025, representando casi el 40% de las exportaciones tunecinas, aunque Italia también es un comprador principal.

En este sentido, hay que preguntarse a dónde va a parar ese aceite tunecino, si es difícil de encontrar en los lineales de supermercados, y si es comprado por operadores españoles ¿no sería lógico que se identificase en el etiquetado?. Además, como se ha conocido en los últimos días el gobierno tunecino ha hecho una Declaración Conjunta para estabilizar los precios y favorecer su comercio internacional fijando precios para su virgen extra de 10 dinares (unos 2.93 euros) por kilogramo en la almazara. Un hecho que puede tensionar aún más a la baja los precios en los principales países productores de Europa, con España a la cabeza. Aunque haya voces dentro del sector que minimicen esas importaciones, escudándose en que son solo 56.000 toneladas las que entran sin arancel. 

Año de contrastes

En definitiva, el sector del olivar cierra un año de profundos contrastes. La demanda ha demostrado una fortaleza extraordinaria, vaciando las existencias y confirmando el aceite de oliva como un producto esencial. Sin embargo, los precios en origen no han reflejado esta realidad, comprometiendo la viabilidad económica de los productores. De cara al futuro inmediato, la incertidumbre climática se erige como el principal desafío, amenazando con una reducción drástica de la próxima cosecha. La resiliencia del sector volverá a ponerse a prueba para garantizar la estabilidad y la rentabilidad en un entorno cada vez más complejo.

Fuente: COAG Andalucía