UPA: Sólo somos útiles si conseguimos soluciones

La movilización masiva del campo español en el arranque de 2024 ha vuelto a demostrar, una vez más, la capacidad organizativa, de acción y respuesta que tenemos las organizaciones representativas, reconocidas por el ordenamiento democrático del que todos somos corresponsables y del que formamos parte en virtud de nuestra trayectoria, nuestra implantación en territorios y sectores; y, especialmente, de la fuerza que nos aportan los miles de afiliados y afiliadas que conforman, con sus cuotas y su compromiso, la representatividad de cada organización.

Unas movilizaciones las de este año que, en buena medida, han seguido pautas y comportamientos similares al de otras anteriores -cabe recordar, por más recientes, las de 2020- sobre el soporte de la unidad de acción entre las tres organizaciones representativas -UPA, Asaja y Coag-, en base a convocatorias conjuntas en toda España.

Asimismo, elaboramos y pactamos una tabla reivindicativa común, capaz de aunar criterios, ideas, intereses y proyectos que no siempre son coincidentes, porque en el sector agrario español conviven realidades distintas e incluso en algunos casos contrapuestas. Pero la responsabilidad de las tres organizaciones ha sido capaz, una vez más, de poner por delante lo que nos une: la necesidad de garantizar un futuro viable para la actividad agrícola y ganadera.

Sin embargo, en esta ocasión se han sumado otros elementos añadidos que han influido, en mayor o menor medida, en el desarrollo de las movilizaciones y su resultado final. De una parte, la coincidencia con movilizaciones similares en otros países europeos, que en muchos casos no se han traducido en resultados reales para los agricultores y ganaderos respectivos; y en otros, han dado pasos hacia soluciones similares a las conseguidas en España en 2020 con la legislación sobre la cadena alimentaria.

Y, además, la movilización democrática, ordenada y representativa de las organizaciones agrarias en España se ha visto salpicada también por iniciativas particulares, variopintas y singulares, en base a convocatorias aisladas, en ocasiones violentas y sesgadas con tintes políticos estrafalarios, que consiguen -cómo no- armar ruido puntual cortando una autovía, destruyendo pro ductos y, en definitiva, perturbando al conjunto de la población, hasta el punto de confundirla y minorar el apoyo masivo de la ciudadanía a nuestras reivindicaciones. Un ruido que, en definitiva, siempre tiene corto recorrido y nulo resultado.

Por ello, en esta ocasión, más que en otras anteriores, ha sido necesario mucho trabajo y mucho esfuerzo para concretar en soluciones reales la fuerza de las movilizaciones. Trabajo hacia el otro lado de la mesa de negociación, con el Ministerio de Agricultura enfrente, y hacia nuestros compañeros de mesa, siempre en el marco de la unidad de acción, que UPA valora como una garantía de fuerza sindical.

Todo ello hasta conseguir, finalmente, un buen acuerdo que UPA firmó el 3 de abril con el Gobierno, con el máximo respeto a la unidad de acción, para facilitar que se pongan en marcha las medidas legales que dan paso a la inmensa mayoría de las reivindicaciones con que arranca ron las movilizaciones y cuyo soporte económico puede llegar hasta 2.000 millones de euros.

UPA ha vuelto a demostrar así, una vez más, que sólo somos útiles si conseguimos soluciones, en tiempo y forma, para mejorar las condiciones y los resultados de nuestro trabajo en la agricultura y la ganadería familiar.

Dejando claro que nunca formaremos parte, por principios y coherencia, ni del ruido estentóreo que nada dice ni del agitar de banderas que nada tienen que ver con el trabajo en la tierra. En nuestro caso, nos sumamos con convicción a los versos del gran poeta Antonio Machado, cuando des deña las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna, distinguiendo siempre las voces de los ecos.

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Fuente: UPA