Finaliza una muy buena campaña de comercialización de aceite de oliva y se inicia otra con grandes incertidumbres por la falta de agua

El sector del aceite de oliva andaluz cierra la campaña 2024-2025 con producción de más de 1,4 millones de toneladas y confirma la fidelidad de los consumidores, mientras la nueva cosecha arranca pendiente de la meteorología.

El Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía ha realizado un balance de la última campaña oleícola, finalizada oficialmente a fecha de 30 de septiembre, y ha analizado las perspectivas de la incipiente cosecha 2025-2026, que arranca, una vez más, con los olivareros pendientes de la climatología actual, ante la ausencia prolongada de precipitaciones.

Respecto a la que acaba de concluir, se constata que el sector del aceite de oliva alcanza un buen grado de madurez comercial. La producción final de la campaña se sitúa algo por encima de 1.400.000 toneladas, con unas existencias finales de aceite de oliva de 290.200 toneladas, unas 71.000 menos que la media de las últimas cinco campañas, debido al buen ritmo de salidas.

De hecho, pese al temor inicial al comportamiento del mercado, al ser una campaña de producción media y, por tanto, superior respecto a las dos anteriores que fueron muy cortas por la sequía, el sector recupera las salidas previas a la sequía. Así, queda demostrado que los consumidores se mantienen fieles al aceite de oliva y que, cada vez más, interiorizan que esta grasa vegetal es la más saludable del mundo.

Nueva campaña

El 1 de octubre ha arrancado la nueva campaña oleícola 2025-2026, para la que los aforos oficiales estiman una producción de 1.372.000 toneladas, inferior a la campaña anterior, pero que permanece en el aire dadas las condiciones climáticas actuales de falta de precipitaciones.

Una vez más, el agua tiene la clave para determinar el volumen real de la campaña, pues hay que tener en cuenta que el 60% del olivar andaluz es tradicional y de secano, un sector que sufre duramente los efectos del cambio climático y que afronta un alto riesgo de abandono en los próximos años por falta de competitividad.

La escasez de precipitaciones, el ascenso de las temperaturas y, sobre todo, la práctica desaparición del otoño —con veranos prolongados que se extienden desde abril hasta bien entrado noviembre— alteran el ciclo productivo del olivo. Esta explosión climática incide directamente en el proceso de lipogénesis, es decir, en la formación del aceite dentro del fruto.

Así, pese a que la campaña está en marcha, las fincas que ya recogen la aceituna para producir los primeros aceites tempranos arrojan datos significativos, como una caída de hasta un 20% en los kilos cosechados respecto a la estimación inicial.

Y es que temperaturas diurnas que superan los 30ºC y nocturnas que no bajan de los 20ºC en los meses clave del otoño impiden un desarrollo adecuado del aceite de oliva en el fruto, comprometiendo tanto la cantidad como la calidad de la producción.

Revertir esta situación pasa por el riego y el acceso al agua. No hay que olvidar que el olivar es uno de los cultivos más agradecidos con este recurso, pues apenas 1.500 metros cúbicos por hectárea bastan para transformar y hacer eficiente su producción.

Es urgente, por tanto, “que las administraciones sean sensibles con esta realidad y den pasos más contundentes, poniendo en ejecución infraestructuras hidráulicas que permitan garantizar un suministro mínimo que mitigue los efectos del cambio climático en el olivar de secano, para que la rentabilidad y competitividad estén al alcance de todos los productores”, demanda el presidente del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Cristóbal Gallego.

A este respecto, aclara que, si las administraciones “no se ponen las pilas” en el tema hídrico, al menos, “se permita al sector hacer las inversiones necesarias de su propio bolsillo, para tener las infraestructuras que necesitan en sus explotaciones”.

Se trata de un tema de vital importancia para la federación regional, que insiste en que no cejará en este empeño para lograr recursos suficientes no sólo para regar las explotaciones actuales, sino también para llegar a nuevas superficies olivareras.

Además del agua, otra de las máximas que determina la campaña es la calidad. En este aspecto, destaca la unanimidad lograda por el sector en la apuesta por la búsqueda de la excelencia oleícola, refrendada en un acuerdo en la interprofesional del aceite de oliva el 9 de octubre.

La propuesta, presentada por las asociaciones Asoliva y Anierac, supone un verdadero punto de inflexión, pues, por primera vez, todo el sector se une en torno a una visión compartida basada en la calidad, la transparencia con el consumidor y la reputación del aceite de oliva. Un trabajo que desde Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía se lleva realizando muchos años en el seno del Patrimonio Comunal Olivarero.

La propuesta es ambiciosa y aborda objetivos como evitar la competencia desleal para los operadores que siguen las mejores prácticas, así como valorizar el aceite de oliva para asegurar una retribución justa en toda la cadena de valor.

“Con este acuerdo, el sector oleícola se compromete con un exhaustivo método de autocontrol, pero su éxito dependerá de lograr el mismo grado de compromiso por parte del Ministerio de Agricultura”. “Es necesario que, tanto la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA), como el propio Ministerio, pongan los medios necesarios para garantizar y verificar las informaciones declaradas”, insiste Cristóbal Gallego.

A este respecto, el presidente sectorial de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía señala que “de la mano de las administraciones y con este nuevo marco, las cooperativas oleícolas estamos ante la gran oportunidad de ganar la última de las batallas que nos quedaban pendientes: la batalla de la imagen, de la calidad y de la credibilidad”, recalca Cristóbal Gallego.

Fuente: Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía.