Feragua: «Un 2021 gris oscuro que puede ser definitivamente negro en 2022 si no prosiguen las lluvias de Navidad»

Cerramos un año poco propicio para los intereses del regadío, en el que a la desfavorable situación hidrológica se ha sumado una subida sin precedentes de los costes eléctricos.

A pesar de las beneficiosas lluvias de los días de Navidad, llegamos al final del año y no podemos decir que las sensaciones sean buenas. Por lo que hemos vivido en este 2021, con restricciones generalizadas en toda Andalucía, y por lo que se vislumbra para 2022, con los embalses en una situación aún peor que la del año pasado.

De la crítica situación hidrológica sólo se salva una cuenca, la del Tinto Odiel- Piedras, en la provincia de Huelva. En el otro extremo, las cuencas del Guadalete-Barbate y del Guadalquivir. En esta última ha sido declarada oficialmente la situación de sequía excepcional. En la Cuenca Mediterránea Andaluza, la situación resulta muy preocupante en el Bajo Almanzora (Almería), la Axarquía (Málaga) y el Campo de Gibraltar (Cádiz), ambas también con la declaración de sequía aprobada por la Junta de Andalucía.

Como el otoño y el inicio de invierno han sido secos, lo normal es que la campaña sea aún más dura que la última. En el Guadalquivir, en noviembre, el organismo de Cuenca cifraba las posibilidades de tener un desembalse en torno a los 1.250 Hm3, similar al de 2019, en una probabilidad del 33%. Repetir la campaña del año pasado, con un desembalse en torno a 950 m3 y unas restricciones de más del 50%, contaba tan solo con un 50% de probabilidad.

En los últimos días ha llovido mucho en Sevilla (más de 100 litros/m2), bastante en Córdoba (81 litros/m2) y poco en Jaén (34 litros/m2) y Granada (21 litros/m2). En concreto, han entrado unos 60 Hm3 en el Sistema de Regulación General y 100 Hm3 en otros embalses, y las lluvias han permitido el llenado de balsas de riego, además de haber atendido las necesidades de los cultivos implantados en unos 10-15 días.

La media de lluvias caídas en la Cuenca del Guadalquivir, del 20 al 26 de diciembre, ha sido de unos 70 litros/m2. Estas precipitaciones son oro molido para nosotros, pero para nada dejan resuelta la próxima campaña de riego, y están muy lejos de revertir la situación hidrológica de la cuenca del Guadalquivir, cuyo Sistema de Regulación General sigue en emergencia.

La media de las lluvias caídas desde inicio de año hidrológico (1 de octubre) es de 140 l/m2, lo que sigue siendo un valor por debajo de la media histórica a final de diciembre (aproximadamente 200 l/ m2). Es decir, llevamos un déficit de precipitación de un 30%, traducido a un déficit de aportaciones superior al 70%. En los embalses de la Cuenca estimamos que habrán entrado desde inicio de año hidrológico unos 300 Hm3, cuando la media de aportaciones a esta fecha estaría sobre los 900-1000 Hm3.

Por tanto, a día de hoy, lo único que hay garantizados en la Cuenca del Guadalquivir son unos riegos de emergencia. El año puede ser dramático para el regadío y solo unas lluvias muy abundantes en 2022 pueden impedirlo.

A esta situación se suma además la desaforada subida de costes eléctricos, en la que se han unido dos factores: por un lado, la disparatada evolución del precio de la energía en el mercado eléctrico, frente a la que el Ejecutivo central no ha hecho nada, para el regadío; por otro, los cambios en el período tarifario perpetrados que entraron en vigor el pasado 1 de junio, y que han penalizado al regadío, como preveíamos en mayo antes de aprobarse.

La aprobación por tercera vez – esta vez en la Ley de la Cadena Agroalimentaria -, de la posibilidad de contratar dos potencias diferentes en un año, es algo ya aprobado por Ley en 2019 y vuelto a aprobar en la Ley de acompañamiento de 2021, que el Gobierno sigue sin desarrollarlo en el reglamento del sector eléctrico, y que solo falta la voluntad política de hacerlo, y cuanto más pronto mejor.

Además, el IVA reducido de la factura eléctrica para el regadío demandado por el regadío desde 2013, debe de aprobarse ya, tal como tienen los países europeos de nuestro entorno: Francia (5,5%), Portugal (6%); Grecia (6%), Italia (10%). De lo contrario, el riesgo de abandono de regadío y pérdida de la economía y empleo asociada al mismo es altísimo, con el consiguiente impacto en la agraviada población rural, que pide al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pruebas fehacientes, de que de verdad le importa las competencias que tiene. Confiemos que en 2022 se note esa competencia de la energía y del reto demográfico en forma de políticas que favorezcan el desarrollo rural, donde el regadío es pieza esencial.

En esta situación, el Decreto con las medidas compensatorias por la Sequía se espera en el sector con verdadera impaciencia. Necesitamos que la exención de los cánones y tarifas sea completa, como en 2006, 2007 y 2008, y que vaya acompañada de otras medidas fiscales y laborales. También, la tramitación urgente de nuevos pozos de emergencia y la puesta en servicio de los ya existentes y que se garantice las inversiones en modernización y en obras de regulación necesarias para la garantía de agua. Es el momento de que se note que el regadío es un sector esencial, como declaró el Gobierno con la pandemia.

Fuente: Feragua